Has infartado dos palomas blancas
de un mismo susto.
La paz no tenía la culpa
de tu mal gusto por Halloween.
Tú no elegiste dar miedo.
La abuela te quiere recordar
la cadenita de la comunión,
pero recordar ya, la pobre, no.
Te ha llamado como a tu padre
y te ha preparado, sin prepararte,
una tortillita francesa.
Le has dado las gracias
y has visto su cabeza caer.