Había sofocado un fuego tras otro. Había estudiado duro durante un tiempo razonable. El primer ejercicio se acercaba. Era un test. Poco antes del día señalado, sin embargo, una idea me carcomía. No avanzaba en mi último repaso. Estaba en la biblioteca, como tantos otros días, pero me sentía extrañamente incómodo. Consideré todas las preguntas que desconocía. Las reuní y me imaginé un test con todas ellas. Aunque era una suerte suficientemente mala y parecía improbable, no terminaba yo de estar contento. Pretendía ser el mejor agonías y hundirme dramáticamente en mi miseria. Así que fui más allá y dejé volar lo peor de mi creatividad. Supuse a la vez, que ese examen imposible lo resolvían tranquilamente el resto de opositores. ¿De verdad?