Jamás vivirás de la escritura,
pero vivirás,
sin llegar a morir,
por ella.
Morirás,
si acaso,
por alguna lectura,
de tan reducidas,
que te quitan el aliento
sin alcanzar
el siguiente punto y aparte.
Lo que tú, bien lo sabes, no provocas.
Lo que tú, bien lo sabes, ni intentas.