Aquel día Uglu Virtanen despachaba entusiasmo en la carnicería del barrio. Deshuesaba piezas de ternera y canturreaba su canción. Trituraba lo triturable y tocaba el alma intocado de sus clientes. Sus vecinos se extrañaban ante tal alarde de felicidad pues habían oído a Uglu Virtanen declararse vegetariano. Un vegetarianismo light, le recriminaban algunos. Uglu Virtanen se escudaba. Él no mezclaba su carrera profesional con su vida privada. Una de tantas bipolaridades del asalariado contemporáneo.