Este tropiezo,
en la baldosa inesperada,
con una pierna desconocida,
es el nudo
de un viejo cuento.
Apenas nos conocemos
y ya nos sabemos la historia.
Pero oye,
a ninguno nos gusta
perseguir dragones,
comer perdices.
Ya es algo.
Sigamos bailando
pierna con pierna
y no nos alejemos
de la baldosa fortuita.